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jueves, 7 de mayo de 2009

Educación y salud públicas en manos de políticos.

Llegó por correo electrónico:
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Educación y salud públicas en manos de políticos.



Luis Hernández Montalvo.

Minutos después de haberse producido un temblor de más de 5º, en donde hubo muchos que no lo sentimos, y después de haber accionado manualmente la alarma, porque tampoco se accionó en los tiempos esperados, maestros y estudiantes fuimos llamados al patio escolar.
Alguno de mis alumnos me preguntó por las causas, yo logre suponer que la reunión tenía que ver con el problema de la influenza y que seguramente habría suspensión de clases.
A las 12:30 del 27 de abril, se anuncia a los estudiantes la suspensión de clases por una semana, después de un silencio de segundos, se escuchó un grito liberador, cuyo eco, se encontró con las ondas sonoras de otros jóvenes, que a la misma hora les anunciaban de la suspensión de clases en todo el país.

Para esa hora los medios electrónicos difundían el contenido de la conferencia de prensa de los Secretarios de Estado, Alonso Lujambio Irazábal, Secretario de Educación Pública y José Ángel Córdoba Villalobos de Salud. En medio de la algarabía, niños, jóvenes y profesores dejamos las aulas, con muestras de una felicidad indescriptible. Los políticos decretaron la suspensión temporal de clases en todo el país, así, sin más explicación, sin poder aprovechar a la institución escolar para hacer conciencia en la sociedad y poder enfrentar con mayor éxito la pandemia de influenza que amenaza al mundo.

En tropel dejamos las aulas y las escuelas, atrás quedaron los planes y programas de estudio, tan alejados de la realidad como de la vida misma. Eso sucedió con las escuelas de Educación Básica, pero también ocurrió con las de Educación Superior, incluyendo las facultades de medicina, los laboratorios y los que estudian las epidemias, justamente en un momento en que se requería de su conocimiento para educar a la sociedad dominada por el miedo.

Más de veinticinco millones de estudiantes y millón y medio de profesores y trabajadores de la educación, fuimos inmovilizados y silenciados. La suspensión de clases, sin embargo resultó una medida necesaria, sobre todo en aquellas escuelas que se cuentan por miles en el país, y que por lo menos en los últimos veinte años, no reciben atención oficial para que funcionen conforme lo dictan los criterios elementales de la higiene escolar.

En miles de escuelas, los sanitarios son un verdadero foco de infección, son el reflejo cruel de la falta de interés de los miembros de las escuelas que no funcionan como comunidades, escuelas con más de dos mil estudiantes compartiendo espacios insalubres en sanitarios, aulas y tiendas escolares donde se distribuyen alimentos sin atención sanitaria posible, comida chatarra que se convierte en foco de insalubridad, en donde domina el criterio de lucro.

En otro tanto de centros escolares, no se cuenta con agua potable para la limpieza elemental de los que habitan las escuelas, mucho menos se tienen los insumos para la higiene, como pueden ser jabón y desinfectantes.

En el grito del 27 de abril, también está la liberación de las aulas que durante doscientos días permanecen amontonados, sesenta, setenta o más estudiantes en salones estrechos de tres por cuatro metros, en salones sin ventilación, repito amontonados por indicaciones de la autoridad política, por ordenes de funcionarios y políticos que son los que deciden lo que se hace o se deja de hacer en las escuelas.

Durante los días de emergencia sanitaria, no son los profesores los que opinan frente a los medios electrónicos y la prensa escrita, nuestra máxima casa de estudio y sus centros de investigación, han tenido una participación marginal, profundamente marginal, y en la emergencia nacional, extrañamos los centros de investigación del IMSS desmembrados por intereses económicos particulares y con toda la pena del mundo hemos ido a pedir auxilio al extranjero.

Veo de vez en cuando las conferencias de prensa del Secretario de salud, las contradicciones de los funcionarios, de su seriedad de palo, de su aburrimiento, de tanta seriedad acumulada en el rostro del señor José Ángel Córdoba, apenas contrastante con el “mal de sambito” del Secretario de Educación. Veo a las televisoras peleándose a los funcionarios para entrevistas exclusivas como la de Televisa y su programa de contrapunto que exhiben al Secretario en sus enredos y en la falta de información.

En este fenómeno de emergencia sanitaria, involucra a treinta y dos gobernadores, pero curiosamente solo aparecen a cuadro, en las televisoras, dos de ellos, el Jefe de Gobierno del Distrito Federal, el señor Marcelo Ebrard y el Gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto. Uno aparece con cubre bocas, el otro trae el rostro descubierto y con una sonrisa amplia, uno se hace acompañar de dos personas con bata blanca, suponemos que son médicos, nunca hablaron, pero decoraron las mesas de prensa, el otro es tomado en plena campaña política.
En el Distrito Federal se cerraron fondas y restaurantes, en el Estado de México, la vida sigue su rutina, su normalidad, en el Distrito Federal, un grupo de tres o cuatro soldados, distribuye en cuestión de segundos, unos cobre bocas, mientras llega la prensa y toma nota de un hecho sin paralelo.

En esta somnolencia nos atrapa el miedo, el coraje porque varios paisanos fueron retenidos en hoteles y hospitales de China, porque hubo países que cancelaron los vuelos con nuestro país, porque cerraron sus puertos y aeropuertos como Cuba, porque nos desgarramos los vestidos de impotencia con los hermanos con los que hemos sido solidarios. Fuimos tan eficientes, que exportamos nuestro pánico al mundo. Por una semana no he sabido de muerte por violencia, gobierno y “delincuencia organizada” se impusieron una tregua.

Ya regresamos a la normalidad, a lo aburrido de los contenidos inútiles de las escuelas, a la memorización de algunos contenidos, para contestar cuestionarios que “no miden conocimientos”,” niveles de de conciencia”,” educación en valores o educación por competencias”, es el engaño de los políticos y simuladores, los que dicen que enseñar y como enseñar e incluso como evaluar para que todos estemos felices, sin remordimiento de conciencia, la ignorancia nos hace inmunes, sobre todo cuando queremos hablar de ética profesional.

El gobierno federal anunció una partida de doscientos millones de pesos, no sabemos si a nivel nacional, o como un presupuesto emergente para que cada entidad federativa pueda mantener a las escuelas más o menos limpias, por lo pronto, a mi escuela con una población de más de un millar de estudiantes, le han enviado tres kilogramos de jabón Roma, unos litros de cloro y cuarenta toallitas sanitarias. Es más lo que van a gastar en publicidad, que lo que realmente han enviado a las escuelas, esperamos que de esta emergencia, los funcionarios y líderes del SNTE no salgan beneficiados, que no se aprovechen del sufrimiento de la gente y la salud de un Pueblo.

Ojalá el susto nos haga corregir nuestros errores y nos permita recuperar la experiencia del Instituto Mexicano del Seguro Social, la UNAM y el Instituto Politécnico Nacional deben reaccionar y revisar la misión que tienen con la nación y los profesores tenemos mucho que hacer, en lo político y en la implementación de medidas sanitarias para mejorar la salud de los mexicanos.

El autor es profesor del Bachillerato General Matutino del Benemérito Instituto Normal del Estado de Puebla.

hernandez_luis21@yahoo.com.mx

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